10 de novembro de 2015

El número de muertes de mujeres negras se dispara en Brasil

Los feminicidios aumentan un 54% entre la población negra en la última década y bajan un 10% entre las mujeres blancas


Una protesta contra el racismo en Brasilia. / M. CAMARGO (AGBR)

La empleada doméstica Shirley Luciane Silva, de 29 años, vivía desde hacía unos meses en casa de una amiga en el barrio de São Mateus, en São Paulo. Desde que terminó su relación con el vigilante Ivan Gomes, de 31 años, se refugió en el pequeño apartamento de su amiga, en unos pisos de protección oficial. La madrugada del 30 de octubre de 2013, Ivan fue hasta allí para convencerla a volver con él. Shirley se negó e Ivan la mató con siete cuchilladas delante de sus dos hijos. Ella fue una de las 2.875 mujeres negras muertas aquel año en Brasil. Según el Mapa de la Violencia 2015, creado por la Facultad Latino-Americana de Estudios Sociales y publicado este lunes, el número de mujeres negras asesinadas ha crecido un 54% en diez años (de 2003 a 2013) en este país, mientras que el número de muertes de mujeres blancas ha caído un 10% en el mismo período.
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En total, el 55,3% de los crímenes contra mujeres se cometió en ambientes domésticos, y en el 33,2% de los casos los homicidas eran parejas o exparejas de las víctimas. Según el sociólogo Julio Jacobo Waiselfisz, coordinador del estudio, esta es una de las principales características de los feminicidios. "Este tipo de violencia ocurre en casa, es familiar, y tiene un gran componente de género, ya que suele implicar a mujeres que no se someten a las voluntades de su compañero o excompañero", afirma. El profesor destaca que los índices de homicidio en Brasil también son mayores entre hombres negros, en comparación con los blancos.
Jurema Werneck, miembro de la ONG Criola, afirma que faltan políticas públicas para las mujeres negras. "Una política pública justa y democrática tiene que destinarse a grupos específicos", asegura. Según ella, al tratar a las mujeres de forma homogénea, sin tener en consideración los diferentes contextos que enfrentan las mujeres negras y las blancas, el Estado "tiende a privilegiar a los grupos privilegiados, y a perjudicar a los grupos marginados". "La mujer negra tiene dificultad para acceder no solo a la red de protección contra la violencia, sino a todas las demás", afirma. "Muchas tienen miedo de recurrir al Estado en caso de violencia porque saben que el Estado mata a los hombres negros, y no confían en él".
Según Waiselfisz, el hecho de que el número de homicidios sea mayor entre la población negra está directamente relacionado con la ausencia del Estado en los barrios más pobres. "En los barrios habitados por blancos ricos existe una seguridad doble: la pública, ofrecida por el Estado, y la privada", dice. Por otro lado, en los barrios más pobres, de mayoría negra, "hay que contentarse con la seguridad pública, que muchas veces actúa en sentido contrario al de proteger y es responsable de las muertes que ocurren en el lugar". Para el profesor, estos datos derriban los mitos del "brasileño cordial" y de la "democracia racial". "Existe la falsa mitología de que el brasileño no es racista, pero de hecho lo es".

Ley Maria da Penha

El informe también indica que entre 2006 –año en que se promulgó la ley Maria da Penha, que establece condenas más duras para los agresores de mujeres– y 2013, solo en cinco Estados disminuyeron los índices. Waiselfisz defiende la ley y echa la culpa del aumento de la violencia a una cultura machista que ve este tipo de crimen como un problema "privado". "Infelizmente, el refrán 'en peleas entre marido y mujer nadie se tiene que meter' todavía vale", asegura. Para el profesor, "nuestras estructuras todavía son muy machistas. La ley Maria da Penha fue un avance, hizo que la carga probatoria –que hasta entonces era de la mujer, que tenía que probar que había sufrido abuso– recayese sobre el hombre", dice. Pero afirma que, a pesar de ser una buena ley, no se aplica con rigor. "Este cambio cultural no ocurre de la noche a la mañana", asegura.
Jurema Werneck elogia la norma, pero afirma que es parcial ya que "solo se ocupa de la violencia que afecta a las mujeres blancas". "Es insuficiente para tratar los otros tipos de violencia que afectan a las mujeres negras y que derivan del hecho de que son más vulnerables". Y cita como ejemplo la falta de condiciones para desplazarse hasta un centro de atención a víctimas de la violencia, la propia atención ofrecida en estos lugares e incluso las condiciones para desarrollar la autoestima necesaria "para saber que pueden recurrir a estos centros de atención".

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