20 de abril de 2011

Los nuevos desafíos de América Latina




El País
Madrid, 19 de abril de 2011
Por Ricardo Lagos
“…no confundamos crecimiento económico con desarrollo moderno sustentado en una distribución con equidad: ya existe suficiente información como para no mezclar una cosa con otra. Como ha dicho hace poco la CEPAL, hay que tener “crecimiento con igualdad”, pero a ello se llega por la vía de la “igualdad para el crecimiento”…esa es la gran tarea que tenemos al frente: definir hoy qué tipo de sociedad queremos construir durante los próximos 20 años, y abordar, ahora, los cambios necesarios para sentar las bases de ese futuro. Nadie lo hará por nosotros.
… la relación directa entre crecimiento económico y mejoramiento en los indicadores sociales es nítida en las primeras etapas de desarrollo, pero una vez que se alcanza el límite de 20.000 dólares de ingreso anual por habitante, lo central pasa a ser la distribución del ingreso.
… En una primera etapa, es cierto que la correlación entre ingreso y percepción de bienestar es clara y directa: por cada aumento del ingreso por habitante, la población alcanza un mayor grado de satisfacción o “felicidad”. Pero luego, a partir precisamente del momento en que se alcanza un ingreso por habitante de 20.000 dólares, la correlación entre ingresos y satisfacción desaparece. La satisfacción, presente o ausente, ya no está determinada por el ingreso, sino que se la vincula con otros factores.
En países como Colombia, Brasil, Chile y Uruguay, los índices de satisfacción andan alrededor del 80%, donde el ingreso se mueve entre 10.000 y 15.000 dólares per cápita. El tema es que el índice de satisfacción de estos países está por encima de Italia (con 31.000) o Grecia (30.000), o levemente por debajo de Alemania con sus 36.000 dólares por habitante. Lo que nos dicen esos datos es que otros referentes pasan a tener mayor prioridad y por eso, en esta nueva etapa de la realidad latinoamericana, el tema esencial es uno solo: la distribución del ingreso.
¿Qué es lo que la gente empieza a querer cuando ya no es la pobreza la batalla principal y por todos lados se dice que el país tiene más? Por ejemplo, la cohesión social, y por cierto, asociadas a ella, una alta movilidad social, igualdad de oportunidades, acceso a la educación. Todos asuntos que dependen, básicamente, de una distribución del ingreso más igualitaria. A la larga, el nivel de cohesión social tiene que ver, necesariamente, con una sociedad con más igualdad, donde las diferencias entre los niveles de ingresos se han acortado.
Aquí es donde varios países de América Latina tienen una tarea por cumplir. Los costos de la desigualdad son muy amplios y están debidamente acreditados por las estadísticas. Países más igualitarios del mundo desarrollado tienen menos homicidios por cada 10.000 habitantes que otros países más desiguales; países más igualitarios tienen un menor porcentaje de la población en prisiones, exhiben un menor consumo de drogas y, en general, tienen mayores oportunidades de vida que los países más desiguales.
…Se está abriendo una etapa de nuevos desafíos políticos en América Latina. Y en ella, ¿dónde deberíamos poner nuestra mirada? En países -como Japón, Finlandia o Bélgica- en los que el 20% de la población perteneciente al quintil más alto tiene un ingreso promedio de entre cuatro y cinco veces el promedio del quintil más pobre. Una realidad muy diferente de la de Estados Unidos o Singapur, donde el quintil más rico tiene un ingreso 8,5 o 9 veces mayor que el quintil de más bajos ingresos….Sabemos perfectamente todo lo que nos falta por hacer. Una vez Fernando Henrique Cardoso dijo una frase elocuente al respecto: “no somos el continente más pobre del mundo, pero somos el más desigual”.
Claro, algo más hemos hecho en la perspectiva correcta. Ahí están los avances logrados en Brasil y México en disminución de la pobreza. En Chile, entre 1990 y 2010, la pobreza se redujo desde un 40% a un 11% o 15% de la población, según el indicador que se use para medirla (el de Naciones Unidas o el del Gobierno). A pesar de que el 20% más rico tiene un ingreso promedio 14 veces mayor que el ingreso promedio del 20% más pobre, se logró reducir la desigualdad a unas 7,8 veces, al impulsar una política social enfocada en los grupos de ingresos más bajos.
… hay que pensar en un nuevo pacto fiscal, con una reforma tributaria profunda que permita mejorar la distribución de ingresos después de impuestos, cosa que hoy día no sucede. Antes y después del pago de impuestos la distribución sigue en la misma desigualdad. Ese es, sin duda, el desafío mayor no solo para Chile, sino también para el resto de América Latina.
…No solo es afirmar que crecimiento no es lo mismo que desarrollo, eso ya lo sabemos. Lo importante es definir que -si queremos sociedades sanas y cohesionadas- ese desarrollo debe ser con otra política de distribución, más justa y, en definitiva, más ética. Y ello debe asumir las nuevas dimensiones de la democracia en tiempos de redes digitales (democracia 2.0), de una educación donde convergen calidad y continuidad; de una reformulación del trabajo y sus espacios; de los derechos y garantías para la salud: en suma, de una vida realmente mejor…”.
Extracto del artículo publicado por el diario El País

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