4 de agosto de 2010

[Educar] La Universidad de los clones


















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Gregory Elacqua




El 70% de los alumnos universitarios en Chile estudia en instituciones
privadas. En el artículo adjunto publicado en The Clinic, Patricio
Meller, economista distinguido de la Universidad de Chile, reflexiona
sobre la siguiente pregunta: ¿Debiera importar el hecho que muchas de
estas universidades tengan dueños con una determinada tendencia
religiosa y/o ideológica?

Gregory
http://www.cpce.cl/educar/

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http://www.theclinic.cl/2010/07/19/la-universidad-de-los-clones/
The Clinic
19 de julio de 2010
La Universidad de los clones
Patricio Meller
Académico Magíster Globalización
Universidad de Chile

El 70% de los alumnos universitarios en Chile estudia en planteles
privados. ¿Debiera importar el hecho que muchas de estas universidades
tengan dueños con una determinada tendencia religiosa y/o ideológica?
Además de conocimiento, las universidades transmiten valores, por lo que
si los dueños de alguno de estos centros de estudio sólo contratan a
profesores que piensan como ellos y con su mismo tipo de valores, nos
enfrentamos a una verdadera Universidad de los clones. Sus profesionales
egresados entonces son perfectos clones, con los mismos valores e
ideología que los de los dueños.

La uniforme composición de los alumnos refuerza este concepto, porque
parte del aprendizaje universitario se genera en la interacción con los
compañeros, lo que exige diversidad. Pero si las universidades
reproducen la composición de los colegios, entonces los alumnos se
juntan con sus similares y la burbuja universitaria reemplaza a la
burbuja colegial.

Así cabe preguntarse ¿cuál es la diferencia entre una universidad y una
consultora que contrata profesionales? Más aún, ¿pueden los profesores
universitarios plantear ideas distintas a las de los dueños?

El rol de la universidad es educar a los jóvenes para que tengan
pensamiento propio, para lo que -entre otras cosas- se requiere de una
sala de clases donde se produzca una suerte de “mercado de las ideas”,
donde los futuros profesionales sean expuestos a un intercambio amplio,
fundamentado y diverso de pensamientos u opiniones. Esto permite que
cada joven descubra su propia verdad de entre un set de planteamientos
diferentes y no a través de una sola postura dogmática.

De ahí que la responsabilidad de un académico, tanto de universidades
privadas como estatales, sea con la sociedad (y con sus pares). No con
los dueños de la universidad. Así de tajante.
Por consiguiente, los propietarios de una universidad (privada o
estatal) tienen el derecho a cerrarla, pero no pueden despedir a un buen
académico por discrepancias ideológicas. En una consultora, por
antonomasia, no hay restricciones al respecto.

Para preservar su función esencial una universidad tiene que evitar que
su dueño (empresario privado, administración estatal, o grupo religioso)
le restrinja o le imponga a los profesores lo que pueden y lo que no
pueden enseñar. Más allá de lo ya expuesto, esto es lo que haría una
institución de adoctrinamiento dedicada al proselitismo.

Por eso son imperativos la libertad académica y el pluralismo (tanto en
profesores como en alumnos). Pero hay un pluralismo mal entendido:
cuando existe un amplio espectro de universidades controladas por grupos
con ideologías o valores diferentes y cada joven puede escoger donde
estudiar, según sus preferencias, entonces ¿por qué preocuparse de lo
que hacen los dueños?

Es que esta es una situación ideal para la generación de clones de
diferentes colores, pero que siguen siendo sólo clones. Cada joven
universitario TIENE que estar expuesto a conocer posiciones diferentes y
discrepantes.

El punto es que este problema se ha tornado cada vez más agudo. Los
“responsables de la clonación” no sólo son los dueños (o los rectores
estatales), sino que también los mismos profesores universitarios. Las
Facultades tienen el sesgo de contratar a profesores que hacen lo mismo
que los que ya están adentro. Ó sea traen a nuevos clones. Además, todo
esto coexiste con los fundamentalismos académicos (¿se acuerdan de los
Chicago boys?).

En síntesis, ¿por qué es problemático para un país que haya
Universidades que sólo generan clones? Primero, porque la estabilidad
política puede verse afectada ante pugnas entre clones fundamentalistas
de distinto signo. Y segundo, tan importante como el punto anterior,
porque el crecimiento económico requiere agentes con capacidad
innovadora habilidosos, para imaginar cosas nuevas. Los clones, en
tanto, sólo están capacitados para repetir como papagayos lo que
aprendieron.

Si convenimos que este siglo XXI es el de las ideas, entonces las
universidades no debieran estar dedicadas a la clonación, sino que
decididamente a la innovación.

--
Gregory Elacqua
--
Sub-director
Centro de Políticas Comparadas de Educación
Universidad Diego Portales
56-2-676-8535
56-09-6-206-5993
www.cpce.cl

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